En un movimiento decisivo hacia la consolidación de la paz, el presidente Gustavo Petro ha marcado el rumbo de su administración al priorizar un acuerdo integral con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Esta estrategia, que busca cerrar un capítulo de conflicto armado en Colombia, apunta a garantizar que los diálogos lleguen a un punto irreversiblemente avanzado antes de la conclusión de su mandato en 2026.
La meta de una paz sostenible
Durante las últimas semanas, las delegaciones del Gobierno colombiano y el ELN han intensificado las reuniones en busca de soluciones que permitan desescalar el conflicto. A diferencia de administraciones anteriores, este Gobierno tiene la ambición de implementar un modelo que combine reintegración social, transformación territorial y la desmovilización de las estructuras armadas.
Fuentes cercanas al proceso aseguran que se está trabajando bajo un cronograma que permita consolidar las bases de una paz sostenible, evitando depender de administraciones futuras. Este enfoque responde a las palabras del mandatario, quien reiteró su compromiso de alcanzar resultados tangibles durante su gestión.
Estrategias renovadas en la mesa de diálogo
En la reciente reunión en La Habana, el Gobierno y el ELN exploraron nuevos métodos para agilizar las negociaciones y establecer compromisos claros. Este acercamiento incluye una transición para que los territorios afectados por el conflicto experimenten una transformación socioeconómica significativa, basada en el respeto mutuo y la justicia social.
El presidente Gustavo Petro ha señalado que este proceso no solo es una oportunidad para lograr la pacificación, sino también para consolidar un modelo de desarrollo que elimine las causas profundas de la violencia.
Un camino marcado por aprendizajes históricos
El camino hacia la paz ha estado lleno de retos. Desde los primeros intentos de diálogo con esta guerrilla hasta las suspensiones ocurridas en gobiernos pasados, cada administración ha dejado lecciones importantes. En este contexto, Petro busca aprender de los errores anteriores para evitar retrocesos.
Expertos en resolución de conflictos han señalado que el enfoque actual tiene el potencial de convertirse en un modelo regional para resolver conflictos internos mediante métodos incluyentes y sostenibles.
Un futuro que depende del presente
La urgencia de lograr acuerdos concretos antes de 2026 es evidente. Más allá de la voluntad política, las partes reconocen que prolongar las negociaciones podría significar el estancamiento del proceso. Las expectativas están puestas en que el Gobierno logre cumplir su compromiso de avanzar significativamente en este ciclo presidencial, generando confianza entre la población y los sectores más afectados por el conflicto.
La paz en Colombia no es solo un anhelo nacional; es una responsabilidad histórica que, en palabras de Petro, no puede depender del azar de futuras administraciones.