Escenario de Bad Bunny con gallinas vivas en concierto en Puerto Rico
Foto: @chartdata

El fenómeno Bad Bunny ha roto récords con su residencia artística en Puerto Rico, pero su presentación también ha despertado el rechazo de organizaciones animalistas que lo acusan de maltrato animal. ¿Dónde termina el arte y comienza la ética?

El Coliseo de Puerto Rico vibra como nunca antes. Benito Antonio Martínez Ocasio, conocido mundialmente como Bad Bunny, no solo ha iniciado una histórica residencia con 30 conciertos consecutivos en su isla natal, sino que también ha desatado un auténtico movimiento cultural y económico que ha impactado directamente en el turismo de la región. Hoteles llenos, comercios dinamizados y fanáticos llegando desde todas partes del mundo para presenciar un performance visual sin precedentes en la música latina.

Sin embargo, no todo ha sido aplausos. En medio de luces, coreografías y escenografías con aires caribeños, un detalle ha encendido la polémica en redes sociales y ha provocado el pronunciamiento de PETA Latino, una de las organizaciones de defensa animal más influyentes del mundo.

Gallinas en escena: ¿homenaje cultural o maltrato animal?

Durante una de sus funciones, los asistentes fueron testigos de un acto poco convencional: gallinas vivas caminando sobre el escenario, entre arbustos y plantas decorativas, como parte de una recreación de espacios típicos de la vida rural puertorriqueña. Aunque algunos espectadores lo interpretaron como un guiño cultural y nostálgico a las raíces del artista, otros lo vieron como una alarmante normalización del uso de animales como parte del espectáculo.

La organización PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales) reaccionó con un contundente comunicado desde sus cuentas oficiales, expresando que este tipo de prácticas no solo resultan anticuadas, sino que además exponen a los animales a estrés, ruido extremo, luces intensas y manipulación inadecuada, todo por una “experiencia escénica” que bien podría prescindir de seres vivos.

“Un ‘Baile inolvidable’ para Bad Bunny… pero una pesadilla para los animales. ¿Hasta cuándo los animales serán tratados como simples accesorios?”, expresó la organización en sus redes.

¿Hasta dónde debe llegar la libertad artística?

El debate abierto que ha surgido desde este episodio plantea una pregunta clave en la era del espectáculo masivo: ¿hasta qué punto los artistas deben asumir responsabilidad ética por los elementos que integran en sus producciones?

Bad Bunny, conocido por su autenticidad, irreverencia y capacidad para sorprender, ha sido aclamado precisamente por romper moldes. Pero esta vez, la creatividad escenográfica parece haber cruzado una línea sensible para miles de personas que exigen que la empatía y el respeto hacia los animales también sean valores presentes en la industria del entretenimiento.

Desde PETA se ha hecho un llamado no solo a Bad Bunny, sino a todos los artistas globales: inspiren a través de la música y el arte, no con el uso injustificado de seres vivos como parte de montajes visuales.

Una caída que se vuelve viral (literalmente)

Por si fuera poco, otro momento inesperado se viralizó rápidamente: durante una de sus presentaciones recientes, el cantante resbaló y cayó al suelo en medio de una coreografía. Aunque se levantó de inmediato y continuó el show con profesionalismo, el episodio generó miles de comentarios en redes.

Mientras algunos aseguran que se trató de un accidente real, otros especulan que pudo haber sido parte del guion escénico. Sea cual sea la verdad, el momento no pasó desapercibido, y dejó claro que el espectáculo de Bad Bunny, para bien o para mal, no deja de ser noticia.

Un fenómeno global con responsabilidades locales

Bad Bunny es, sin duda, uno de los artistas latinos más influyentes del planeta. Su capacidad para agotar entradas, generar conversación y proyectar la cultura boricua a nivel global es innegable. Pero precisamente por su peso mediático, cada paso que da es seguido con lupa.

La polémica de las gallinas, más allá del espectáculo, abre un debate necesario sobre los límites del arte contemporáneo, la responsabilidad ambiental y el trato ético hacia los animales.

¿Es posible diseñar espectáculos impactantes sin recurrir a seres vivos? ¿Pueden los ídolos pop ser también líderes de conciencia social?

Reflexión final

La música tiene el poder de transformar, inspirar y conectar. Pero también, en algunos casos, de hacer visibles realidades incómodas. La controversia alrededor del show de Bad Bunny nos recuerda que la innovación artística debe ir de la mano con valores éticos, especialmente en un momento donde el mundo exige mayor sensibilidad hacia todas las formas de vida.

👉 ¿Qué opinas tú? ¿Se cruzó una línea con este espectáculo?

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