La vejez plantea múltiples desafíos, desde el deterioro físico hasta la pérdida de vínculos sociales. Sin embargo, nuevas investigaciones apuntan a un aliado inesperado en la lucha por una vejez más activa y saludable: las mascotas. Lejos de ser solo compañía afectiva, los animales de compañía podrían ser herramientas terapéuticas clave para preservar la salud cerebral en adultos mayores.
El neurólogo Julián Esteban Morales, especialista en envejecimiento cerebral y bienestar cognitivo de la Clínica Colombia, ha observado durante más de dos décadas los efectos de tener una mascota en la calidad de vida de sus pacientes mayores. “El vínculo afectivo con un animal genera una estimulación continua que mantiene activo al cerebro. Y en la vejez, eso es vital”, afirma.
Estimulación constante y estructura mental
Acciones cotidianas como alimentar a un perro, limpiar una jaula o acariciar a un gato implican más que rutinas: activan funciones ejecutivas esenciales como la memoria, la planificación, la atención y la gestión emocional. Estas son áreas que, con el tiempo, tienden a deteriorarse si no se ejercitan.
Morales señala que uno de los grandes riesgos en esta etapa de la vida es la neurodegeneración, un proceso que puede derivar en enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson. Aunque la genética juega un papel importante, hay factores de estilo de vida que pueden prevenir o retardar estos cuadros, y es allí donde los animales de compañía pueden marcar la diferencia.
“El simple hecho de tener una rutina diaria para atender a una mascota refuerza la orientación en el tiempo y el espacio, componentes claves del funcionamiento cognitivo”, indica.
Un perro es buen compañero de vida para la persona mayor; alivia su soledad y le da una motivación especial. Este dulce perrito mira a la abuela reparar su peluche favorito. Seguro que es su mejor amigo. Se agradece la acompañia de un ser que haga más bonita tu vida #FelizDomingo pic.twitter.com/HjoHCVBa1S
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El poder neuroquímico del afecto animal
Más allá de la estimulación mental, el contacto con animales tiene efectos fisiológicos concretos. Acariciar a una mascota estimula la producción de oxitocina, conocida como la hormona del amor. Esta sustancia no solo mejora el estado de ánimo, sino que también reduce el estrés y protege las neuronas.
Además, actividades como pasear con un perro fomentan el ejercicio físico, el cual mejora la oxigenación cerebral y fortalece las conexiones neuronales. De esta forma, el impacto de una mascota trasciende el ámbito emocional y se convierte en un factor protector para el cerebro.
Resultados tangibles en centros geriátricos
En algunos hogares geriátricos ya se han implementado programas de terapia asistida con animales. Supervisados por personal médico y entrenadores, estos espacios permiten a los adultos mayores interactuar con perros, gatos o incluso conejos. Los resultados han sido alentadores: mejoras en la expresión emocional, mayor iniciativa en el habla y mejor orientación espacial y temporal.
El doctor Morales insiste: “El cerebro envejece mejor cuando hay estímulos sensoriales y emocionales frecuentes. Y eso es justamente lo que ofrecen las mascotas, junto con cariño, compañía y un propósito diario”.
Para la persona mayor es bueno tener animales; es una buena compañía, hacen que tenga más actividad, alivia su soledad y crea una actitud más positiva en su vida diaria. Si es bueno y saludable tener un perrito, mejor tener dos. El hombre mayor y sus perritos son felices juntos🐕 pic.twitter.com/VFHrTsGwaN
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Más allá del cerebro: un escudo contra la ansiedad y la tristeza
La salud cerebral en adultos mayores también está ligada al bienestar emocional. Muchas personas mayores enfrentan duelos, pérdidas de autonomía y aislamiento. Una mascota puede convertirse en ese vínculo que los hace sentir útiles, necesarios y acompañados.
“Es frecuente que un adulto mayor me diga que su mascota es lo único que le queda. Ese sentimiento de ser querido, de tener a alguien que los espera y los necesita, puede hacer una diferencia enorme en su salud mental”, añade el neurólogo.
Tarde ideal para estar con alguien especial. Un animal es un buen compañero de vida para una persona mayor; alivia su soledad, le da su amistad, su cariño y supone una motivación especial. Así demuestra su gran cariño este perrito a su compañero humano. Buena tarde a tod@s ❤️ 🐕 pic.twitter.com/nPOBykAo6W
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¿Qué tipo de mascota es ideal?
No todos los adultos mayores tienen las mismas condiciones. Por eso, Morales sugiere tener en cuenta factores como movilidad, personalidad y recursos antes de adoptar. Los perros fomentan la actividad física; los gatos brindan compañía tranquila; aves o peces son opciones válidas para personas con movilidad muy reducida.
También sugiere que, en casos donde no es posible adoptar, se opte por programas de visitas de animales o se busque apoyo en asociaciones que promueven la adopción responsable, evaluando el perfil del adulto y la viabilidad del cuidado.
El rol fundamental de la familia
La decisión de tener una mascota no debe recaer únicamente en el adulto mayor. La familia y los cuidadores tienen un papel clave en acompañar este proceso, facilitar la adaptación y comprender la importancia del vínculo humano-animal.
“La mascota no debe verse como una carga adicional, sino como una herramienta terapéutica afectiva. Apoyar esta decisión puede mejorar significativamente la calidad de vida de nuestros mayores”, recalca Morales.
Una estrategia urgente para un mundo que envejece
La Organización Mundial de la Salud estima que, para el año 2050, más del 25 % de la población global tendrá más de 60 años. En este contexto, encontrar estrategias accesibles y efectivas para preservar la salud física y mental será prioritario.
Las mascotas no sustituyen a un tratamiento médico ni a los vínculos humanos profundos, pero sí pueden ser un complemento poderoso. Son compañía, rutina, afecto y motivación, todos factores que nutren y protegen al cerebro.
“La salud cerebral no se cuida solo con medicamentos ni con crucigramas. También se alimenta del cariño diario, del contacto y de tener un propósito. Y una mascota puede brindar todo eso sin pedir nada más que amor”, concluye el doctor Morales.
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