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El silencio cómplice: cuando la comodidad acelera el maltrato

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En el complejo entramado de las relaciones familiares, a menudo se menciona que el maltrato hacia los hijos involucra a ambos padres. Sin embargo, hay una narrativa que con frecuencia se omite: la responsabilidad que algunas mujeres asumen —o deciden ignorar— al permanecer en relaciones destructivas por la aparente comodidad que les brinda su pareja masculina.

La dependencia emocional y económica puede llevar a muchas mujeres a tolerar comportamientos abusivos que no solo las afectan directamente, sino que también tienen un impacto devastador en sus hijos. En muchos casos, estas mujeres quedan atrapadas en un ciclo de violencia y sumisión, donde la expectativa de una vida estable y cómoda se antepone al bienestar de los más vulnerables: los niños.

La comodidad que estas parejas pueden ofrecer —estatus, recursos económicos o una figura de autoridad— se convierte, muchas veces, en una trampa. Al buscar protección y estabilidad, algunas mujeres optan por silenciar las agresiones o minimizar el comportamiento violento de sus parejas, transformándose en cómplices silenciosas de un entorno tóxico. Este silencio, a menudo alimentado por el miedo o la desesperación, no solo perpetúa el ciclo de abuso, sino que también enseña a los niños que la violencia es una forma aceptable de resolver conflictos.

¿Hasta qué punto la búsqueda de comodidad puede justificar el sacrificio del bienestar de los hijos? Muchas mujeres enfrentan el difícil dilema de elegir entre su seguridad económica y emocional o la protección de sus hijos. En ocasiones, priorizan la primera. Esto no implica que sean responsables del abuso en sí, pero sí que lo toleran tácitamente. Es necesario fomentar una reflexión profunda sobre las decisiones que se toman y las consecuencias que estas pueden tener.

El gobierno y las políticas públicas tienen la obligación de brindar apoyo efectivo a las mujeres en situaciones de vulnerabilidad. Sin embargo, también es crucial que, ante el primer signo de maltrato, se tome la decisión de abandonar la relación. Como mujeres, debemos reconocer qué nos conviene en una relación y qué no. ¿Es más importante mantener a un compañero abusivo y maltratador, o priorizar el bienestar de los hijos, quienes estarán con nosotras durante toda nuestra vida?

Es vital que las mujeres sean conscientes de su propio bienestar y del de sus hijos. La valentía de romper el ciclo del maltrato no solo puede liberar a una madre de una situación destructiva, sino que también puede brindar a los niños la oportunidad de crecer en un ambiente saludable y amoroso, alejándolos de patrones de crueldad y maltrato que podrían perpetuar inconscientemente.

Hoy en día, esta problemática se ha vuelto mucho más visible. Como mujeres, debemos asumir la responsabilidad de romper los ciclos de violencia antes de que desencadenen tragedias que terminen, incluso, con la vida de los niños. Los hombres maltratadores siempre existirán, pero somos nosotras quienes debemos establecer límites. Esto no significa que las mujeres sean culpables del abuso, pero sí tienen una gran responsabilidad en cómo reaccionan frente a él.

Un entorno familiar seguro y amoroso debe ser un esfuerzo conjunto, donde tanto hombres como mujeres asuman sus roles y responsabilidades. Al final, todos merecemos vivir en un hogar donde el amor y el respeto sean las bases de la convivencia, en beneficio de los hijos.

El gobierno, a través de sus dependencias, ofrece apoyo psicológico y fomenta el empoderamiento de las mujeres, promoviendo la denuncia desde el primer acto de violencia.

PD: Ninguna relación agresiva o dañina debe estar por encima de nuestra salud mental y, sobre todo, del bienestar de nuestros hijos.

 

Patricia Alaeddine

Abogada – Politóloga y Gestora Cultural